DESINFORMACIÓN

Hay muchas afirmaciones erróneas y desinformación (involuntaria o deliberada) en México sobre el cigarro electrónico. No nos interesa identificar las fuentes ni sus motivaciones, los lectores seguramente ya las tienen identificadas y sabrán sus motivos. Nos interesa atender y criticar los argumentos, así como proporcionar a los vapeadores contra-argumentos “de respuesta rápida”, pero sólidos y basados en evidencia científica para contrarrestar la falta de información y desinformación.

Consejos para enfrentar la desinformación y las objeciones:

Solicitar referencias de los estudios

Recomendamos solicitar amablemente a quien expresa objeciones o disemina desinformación a que proporcione fuentes y referencias de los estudios científicos que (supuestamente) muestran tal o cual efecto nocivo del cigarro electrónico. Ya sea gente que critica o los medios que esparcen desinformación, prácticamente nunca conocen estas referencias, o si los medios las mencionan lo hacen en forma escueta, por ejemplo alegando que “un estudio dice que ..” sin jamás dar detalle alguno (que lo mas seguro el entrevistador y el entrevistado desconocen). El pedir a las personas y a los medios que proporcionen referencias los obliga a sustentar lo que afirman y los expone a una posible refutación (puede lograr a que por lo menos los medios sean menos burdos al diseminar desinformación).

Distinguir entre los medios y las personas

Prácticamente todas las personas (incluyendo a muchos médicos) que expresan objeciones al cigarro electrónico desconocen las referencias y simplemente repiten lo que se enteraron en los medios o por otras personas. Nada tiene de malo preguntar amablemente cual es la fuente de lo que afirman. Esto podrá hacer que algunos recapaciten y escuchen (quizá por vez primera) una versión distinta de los hechos. Si la persona no sabe dar la fuente de lo que afirma, no hay que reprochárselo, simplemente hay que proporcionarle amablemente la información que uno conoce. El simplemente dar a conocer esta información es ya un punto ganado a la desinformación.

Sobre los expertos

Casi siempre cuando los medios diseminan desinformación lo hacen por boca de algún “experto” que es entrevistado, para que el público tenga la sensación de recibir una opinión experta, no una opinión personal del reportero o entrevistador. En ese caso es justo preguntar por las credenciales científicas del experto y, también, por las referencias de los estudios en los que el experto se basa. También un experto opinando debe basarse en referencias de investigación (quizá de su propia investigación). El que un medio llame “experto” a fulano de tal no lo hace un experto de verdad. Es importante (y muy legítimo) solicitar las credenciales de los expertos.

Los expertos también se equivocan

Como hemos mostrado en este sitio web (ver aquí) hay mucha desinformación sobre el cigarro electrónico que si está basada en referencias publicadas y en declaraciones de expertos que tienen credenciales médicas o académicas correctas. Sin embargo, como también lo hemos mostrado, prácticamente la totalidad de esta desinformación ha sido refutada por fuentes y expertos de la misma (o mayor) calidad (ver ejemplos). Es entonces legítimo y necesario hacer saber a los que objetan que hay opinión experta y estudios que contradicen sus afirmaciones. Uno no debe caer rendido porque algún “experto” hace declaraciones alarmantes: los expertos no son infalibles, pueden equivocarse y pueden diseminar desinformación. También hay deshonestidad e incompetencia en la actividad científica. De hecho, la ciencia está en constante depuración, cuestionamiento y evolución, y en particular, como el cigarro electrónico también evoluciona, la ciencia que lo estudia debe cambiar día a día.

No enojarse

Discutir con civilidad. Es importante expresar los hechos y dar referencias con mucho respeto a quien escucha, sin agredir a los que objetan, critican o emiten o propagan desinformación, los cuales podrían simplemente estar “periqueando” lo que escucharon por ahí. De por si, incluso con civilidad, buenos argumentos y con respaldo en evidencia científica, es difícil convencer a mucha gente, lo es mucho más siendo agresivo o rijoso.

No ser insistente

No arrinconar a la gente. Hay quienes están demasiado convencidos por sus ideas y por la desinformación, por lo que con ellos hay que terminar la discusión con un “no estoy de acuerdo pero respeto tu opinión”. Hay gente que aunque se convenza nunca va a reconocer ni admitir su error. Hay que dar un espacio a quienes están mal informados para que digieran la información a su ritmo. Lo importante es informar, el convencimiento viene después de la reflexión.

Cuidado con el miedo

La desinformación se basa en infundir miedo, miedo a que el vapor meta al cuerpo “sustancias químicas” misteriosas y letales, que enferme a los que rodean al vapeador y aspiran esas sustancias involuntariamente (sobre todo si sin niños o mujeres embarazadas). Miedo a que la batería pudiera explotar o que el bebé se trague el líquido. Todos estos miedos son legítimos para quien los padece. Quien tiene miedo y protege a niños no le importa si la ciencia muestra que el vapor no es letal o que la seguridad de las baterías es fácil de obtener. Lo mejor ante personas que temen al dispositivo y/o al vapor es no vapear en su compañía, podemos simplemente informarlos sobre los hechos en caso de que pregunten y retirarse ante cualquier reacción visceral.

No decir que el cigarro electrónico es perfecto

Hay que reconocer que el cigarro electrónico es un producto aún novedoso y en constante evolución, por lo que no es adecuado ni agradable a todo mundo. Habrá fumadores a las que les desagrade cargar el dispositivo, darle mantenimiento y lidiar con líquidos que se pueden derramar. Habrá fumadores y no-fumadores a los que el vapor verdaderamente les cause molestia, irritación y alergia. Aunque sepamos que no son problemas graves de salud, y que otros agentes (perfumes, pinturas, polvo) les puede causar efectos parecidos, si son problemas molestos para quienes padecen estas alergias. Quizá sean personas neuróticas, pero es importante nunca antagonizar ni presionar a quienes rechazan al cigarro electrónico.

No decir que el cigarro electrónico es 100% inofensivo

Hay que reconocer que el cigarro electrónico no está 100% libre de riesgos (de hecho nada lo está, todos los riesgos son relativos). Al hablar sobre riesgos hay que basarse en la evidencia disponible, la cual (como hemos reseñado) señala que es mucho menos dañino que el cigarro (un máximo de un 5% del daño del cigarro según el Royal College of Physicians o Colegio Real de Médicos del Reino Unido, y quizá menos). Aunque la evidencia no descarta problemas respiratorios crónicos por el uso a largo plazo, hay suficientes elementos de juicio como para suponer que lo mas probable es que estos problemas sean menores, seguro mucho menores que los debidos a fumar. Dado que el tabaquismo es un grave problema de salud pública, el que muchos fumadores cambien sus cigarros por un producto de mucho menor riesgo representa un balance positivo de bienestar que compensa los riesgos aún no conocidos por su uso a largo plazo. Estos son los razonamientos que debemos transmitir, y son directamente aplicables a los demás productos de reducción de daños: tabaco calentado (HnB) y el snus sueco.

Tratar de entender a quienes diseminan desinformación

Es importante evitar el uso de teorías de la conspiración para tratar de entender las motivaciones de quienes objetan o que diseminan desinformación sobre el cigarro electrónico. Es fácil suponer que son tontos manipulados o viles mercenarios a la paga de las tabacaleras o de las farmacéuticas o de agencias del gobierno. Tomando en cuenta que el cigarro electrónico es una tecnología disruptiva, es natural que afecte muchos intereses creados, pero esto no implica que estos intereses sean los que “mueven todos los hilos” ni que expliquen toda reacción negativa contra el cigarro electrónico. Como explicamos aquí, hay una parte legítima en la reacción en contra del cigarro electrónico que se manifiesta como desconfianza de la institucionalidad médica. Esta desconfianza es distinta de la desinformación deliberada y debe ser atendida con paciencia y con argumentos científicos sólidos.